recuerdo de un columpio

Santiago con sol resplandeciente,
mis cabellos luminosos danzaban con el viento.

Mis manos apretaban los cordeles,
la sensación de caerme era constante.

El vuelo lo provocaban mis pequeñas piernas,
a mi lado veía que a otros niños los columpiaban

No importaba, mientras el juego seguía siendo juego,
yo jugaba.

Mis manos sudaban,
No por calor, recuerdo algún temor delante de mis ojos.

Mis oídos escuchaban risas,
yo trataba de seguirlos, pero no podía.

Observaba madres y padres sonrientes,
mientras yo me columpiaba con mis pequeñas piernas.

Cuando sentía que era hora de bajarme,
volvía a darme impulso.
No había nadie que me alzara las manos para recogerme.

Con mis pequeñas piernas y manos,
me hacía dueña del columpio.

Era mío,
los otros niños tenían más cosas.

Tenían risas,
tenían compañía.

Yo no estaba sola,
pero para mi corazón pequeño, si lo estaba.

¿Acaso era compañía un ser silencioso y distante?

Mis piernecitas ya no soportaban el dolor,
perdía fuerza con mi impulso fuerte y triste.

Cuando el juego se detenía,
mi juego de niña dejaba de moverse.

Debía ir donde él,
debía tomarle la mano y partir.

El camino a casa era silencioso,
pero un silencio forzado,
tan tenso como el cordel que colgaba del columpio.

Mientras caminábamos, yo miraba hacia atrás,
dejaba a mis espaldas niños felices.
Padres amorosos.
Juegos en movimiento.
Risas explosivas.

Cuando llegaba a casa,
corría a mi cama,

acostada cerrando los ojos era capaz de soñar con todo eso,
niños felices.
Padres amorosos.
Juegos en movimiento.
Risas explosivas.

columpios anaranjados,
que danzaban y danzaban,
como yo quería que fuera,
como yo lo soñaba,
como yo lo añoraba,
como yo lo imaginaba.

Como a diario llena de esperanza,
quería poder gozar,

como tantos niños,
Como todos los niños.

Como todos esos niños que al alejarme,

melancólica los dejaba,

hasta no verlos más.